Mirella Espinoza: el cuentacuentos “tiene que evolucionar, pero en calidad, más que en adaptarse o tratar de competir con la tecnología.”
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Mirella Espinoza Lama, filóloga y cuentacuentos de origen ecuatoriano, es una apasionada de la literatura infantil y la narración oral. Reside en Costa Rica, donde ha liderado proyectos socio artísticos con el apoyo de dos becas Proartes en narración oral y coordinó el Círculo de Narradoras Orales en Costa Rica.
Cuenta cuentos en La Carpio, Costa Rica.
Proyecto Recuperando espacios culturales desde libros y lecturas de LPN
Su labor incluye la recopilación de relatos de tradición oral y el fortalecimiento de identidades comunitarias. Desde su plataforma, Palabrandante, ha desarrollado proyectos con migrantes, infancias y comunidades en situación de vulnerabilidad, destacando su enfoque inclusivo y social. Ha colaborado en numerosas ocasiones con Libros para Niños, como en su reciente participación en el proyecto Recuperando espacios culturales desde libros y lecturas, donde narró leyendas de la tradición oral de la Costa Caribe nicaragüense, pertenecientes a la colección Nica Somos de nuestro fondo editorial.
En esta ocasión, Libros para Niños entrevistó a Mirella para conocer su visión sobre el cuentacuentos, que desde la perspectiva de Libros para Niños es un mediador que inspira a niños y niñas a formular preguntas, reflexionar sobre la lectura y expresar sus opiniones. A través de esta conversación, exploramos su experiencia y enfoque, reflexionando sobre cómo la narración oral puede convertirse en un espacio de diálogo que conecta a familias y comunidades, promoviendo un valioso intercambio transgeneracional mediante las historias compartidas.
Esta entrevista surge con el interés de propiciar un espacio dedicado a reconocer la valiosa labor de los cuentacuentos en la región centroamericana. Con su trabajo, no solo fomentan la lectura, sino que también enriquecen las comunidades al crear puentes de reflexión, diálogo y aprendizaje a través de las historias que comparten. A continuación nuestra conversación con Mirella:
¿Cómo definirías a un cuentacuentos? ¿Hay diferencias con un promotor de lectura o son lo mismo?
Un cuentacuentos es quien le da vida propia a las historias y hace que las personas se la imaginen, usando para eso solo su voz y quizás algunos apoyos complementarios, pero lo central es el cuento. Creo que la diferencia con el promotor de lectura es que el promotor tiene un espacio más para platicar con las personas sobre el cuento o para reforzar la lectura mediante una actividad. El cuentacuentos es un hecho artístico que basta por sí solo.
¿Qué te llevó a dedicarte al cuentacuentos y qué significa para vos este arte u oficio?
Lo que me llevó a contar cuentos fue darme cuenta que el cuentacuentos trabaja con la historia viva, a mí ya me gustaba la literatura y estudié filología, pero entendí que el cuentacuentos tenía una relación más cercana e inmediata con las personas. Para mí este arte significa la capacidad de asombrarse y de ejercitar la imaginación.
¿Qué diferencias hay entre leer en voz alta y narrar oralmente? ¿Qué técnicas utilizas?
La diferencia es que para la lectura en voz alta tenés el soporte del libro, puedes apoyarte en él, en cómo está organizado espacialmente, en las ilustraciones. Mientras que al narrar oralmente tienes principalmente tu voz y tu cuerpo para contar y expresar la historia. Yo utilizo la narración oral de cuentos, la lectura en voz alta, la narración con títeres, la narración con música
¿Los cuentacuentos o promotores de lectura, así como los libros y la lectura pueden contribuir a fortalecer los lazos comunitarios y a construir comunidades más justas e inclusivas? ¿Cómo ha sido tu experiencia al respecto?
Ha sido muy rica y al mismo tiempo retadora. Especialmente porque considero que la mayor parte de mi tiempo voy a lugares no convencionales para hechos artísticos, sin embargo, eso es de las cosas que más me gusta. Que la gente sepa que para tener el placer de escuchar un cuento, jugar, o ver un títere no tiene que ir siempre al teatro, sino que estas artes pueden suceder en sus comunidades.
Esto tiene también relación con el acceso al arte y al gozo de los derechos culturales en comunidades
¿Qué elementos crees que hacen que un cuento sea especialmente efectivo para conectar con los niños y niñas?
Cada niño y niña se conecta con cosas diferentes según cómo venga a nosotros y al espacio donde se cuentan cuentos. Tiene influencia las dinámicas que tiene en la casa o en la escuela porque eso regula su tiempo de atención y los estímulos imaginativos por los que siente placer o emoción. En general lo que yo hago es elegir cuentos cortos, que se les puede poner sonidos o ambientar con música, trato de adaptar mi lenguaje en el cuento para la edad de cada público, así pueden entenderme y conectar.
Los cuentos pueden abrir espacios para reflexionar sobre temas profundos que los autores proponen. Por ejemplo, La familia de los cerdos de Anthony Browne invita a pensar en la equidad de género; Los carpinchos de Alfredo Soderguit aborda la experiencia migrante, y Mi gato Mostacho de Lourdes Mayorga trata el tema de la muerte. ¿Cómo crees que los cuentos pueden ayudar a niños y adultos a reflexionar y comprender estas cuestiones?
Esta clase de textos son un apoyo para hablar, mediante la ficción, de temas complejos. Son capaces de hablar a nuestras emociones no de forma directa, sino narrativizada; diría que la estrategia de cada uno es presentar personajes literarios que pasan por situaciones humanas y eso permite que las personas (independientemente de la edad) se identifiquen con estas situaciones que también les pasan o que han escuchado que les pasa a otros.
¿Cómo adaptas tus cuentos a esas experiencias y necesidades, y qué desafíos encuentras al abordar dichos temas? ¿Adaptas el texto o sos completamente fiel a lo escrito por el autor?
En esos casos, me gusta abordar el cuento sin tratar de educar ni adoctrinar. Sino que sea el cuento que genere curiosidad en el público, si les provoca curiosidad por qué en el cuento se habla de tal cosa, y para ellos es una cosa nueva o diferente, inmediatamente le van a preguntar a uno. Entonces en ese momento se abre un paréntesis del cuento y se puede hablar, de nuevo, no para adoctrinar, sino para generar una reflexión juntos. Por lo general siempre adapto el cuento a mi forma, interés, y características de la comunidad.
¿Qué papel juegan los padres, los maestros y otros adultos?
Juegan todos los papeles en la vida de los niños y niñas. El de protección, proveedor, cuidador, guía, apoyo emocional. Cuando hablamos del promotor de lectura casi nunca se hace hincapié en que las madres, padres, profesores son uno de los principales apoyos para que el fomento de la lectura sea exitoso. Nosotros trabajamos con las condiciones con que vienen los niños desde su núcleo familiar y escolar. Y luego del fomento de la lectura, ellos vuelven a sus núcleos con nuevos intereses o percepciones, quizás, pero es deber de los padres, madres y maestros cuidar y estimular esas semillas que ellos se llevan
¿Cómo evalúas el impacto social de tu trabajo como cuentacuentos? ¿Qué indicadores utilizas para medirlo?
Hay una evaluación inmediata cuando se cuenta o lee el cuento, es ver la reacción de las personas en sus ojos y sus rostros, también escucharles comentar alguna cosa sobre el cuento o hacer preguntas. A mí me gusta que hablen en medio del cuento, porque para mí es algo abierto y que todo el mundo puede aportar. Un indicador son las preguntas que el público hace, las reflexiones a las que llegan por sí solos (sin que se sientan evaluados). En mi caso no hago preguntas de evaluación, sino que trato de que hagamos construcción del pensamiento juntos.
Busco que mis indicadores me ayuden a ver qué tanta curiosidad pudo despertar el cuento en ellos, porque es más fácil brindar información y adoctrinar, pero despertar la curiosidad, la emoción y la imaginación es otra cosa.
¿Qué desafíos y oportunidades ves para el futuro del cuentacuentos? ¿Cómo crees que evolucionará esta forma de arte?
Entre los desafíos está que cada vez vivimos en un mundo lleno de estímulos audiovisuales y tecnológicos, por lo que sentarse a escuchar, verdaderamente escuchar a un cuentacuentos es algo que podría parecer aburrido a la par de los otros estímulos. También, ligado a la crianza con tecnología, me he dado cuenta que el tiempo de atención es cad vez menor, porque en las redes y aplicaciones el tiempo de consumo por producto o contenido es de 20 segundos a máximo 1 minuto, entonces si yo cuento un cuento de 7 minutos estoy en un reto frente a un cerebro que ha sido condicionado a interacciones y atracciones mucho más breves y esporádicas.
Entre las oportunidades creo que el cuentacuentos puede fomentar la lectura, pero además tener logros a pequeña y mediana escala en el tejido social de las familias y de las comunidades vulnerabilizadas socialmente o de las comunidades en la ruralidad, porque su formato de presentación es pequeño en comparación a una compañía de teatro o de danza y eso hace que se pueda mover con mayor facilidad a estos lugares. Creo que esta forma de arte tiene que evolucionar, pero en calidad, más que en adaptarse o tratar de competir con la tecnología. Evolucionando la calidad con recursos que muevan algo dentro de las personas, es decir, que apelen a la capacidad de asombro
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